Épica medieval :
La épica es una narración heroica en verso (su equivalente en prosa sería la saga). Las narraciones épicas tienen en común la persecución del honor a través del riesgo. La épica medieval europea tiene su origen en la épica grecolatina, la cual moderniza, pero cuyas líneas básicas sigue. Existen dos categorías: épica heroica (audiencia popular) y épica culta (se hace en la Edad Media, en latín generalmente) .
-Conservación del texto épico medieval :
La obra conservada en España es mínima comparada con Francia: Además del casi completo (más de 3.000 versos) Cantar de mio Cid se conservan 101 versos del Cantar de Roncesvalles; el tardío Mocedades de Rodrigo; la refundición culta del Poema de Fernán González y fragmentos de Los siete infantes de Lara .
Existen dos tipos de manuscritos: manuscrito de juglar y manuscrito de biblioteca. La calidad del manuscrito puede explicar por qué no nos ha llegado tanta épica como en Francia, donde se da más el manuscrito de biblioteca .
-El problema de la formación de la épica medieval :
Sobre cómo se formó la épica medieval hay varias teorías:
-Tesis romántica: la épica se debe a la creación colectiva espontánea.
-Teoría de las cantilenas: los cantos cortos fueron precursores de las epopeyas extensas. Esta teoría gozó de gran predicamento hasta que Manuel Milá y Fontanals demostró que fueron los romances quienes se desgajaron de los cantares de gesta.
-Teoría individualista : la épica es obra de poetas individuales, los juglares eran los portavoces de los clérigos, con lo que Bédier hace hincapié en el interés propagandístico de los cantares (el hecho de citar un monasterio o una linde podía atraer peregrinaciones o fijar fronteras físicas). Sin embargo, hay poemas de inspiración profana, hay ciclos enteros sin vinculación monástica. Además, Dámaso Alonso acabó con esta teoría al descubrir la nota emilianense: breve relato de Roncesvalles que sigue, en líneas generales, la Chanson, pero fechada de 30 a 50 años antes (1.054-76). Demuestra la difusión del tema épico de Roldán antes de la gesta conocida, es decir, una actividad épica latente.
-Teoría neotradicionalista : da gran importancia al fermento popular. Sostiene la lenta evolución de la épica y numerosos textos perdidos (para él no es posible que el Cantar o la Chanson sean textos primigenios, por su perfección). Afirma que el autor no tiene conciencia de tal, como puede verse por: el anonimato, que se confunde con la colectividad, la constante refundición ; ésta será una constante de la literatura medieval. La épica española vivió varios siglos de constante variación y en estado latente (como hemos visto que demostró Alonso tras sacar a la luz la nota emilianense). Ve los poemas menores (500-600 versos) como gérmenes de las grandes gestas: se amplían por refundición, no por aglutinación.
-Teoría oralista: sostiene la composición oral del poema y su constante recreación. Sin embargo, no se sabe dónde se puede aplicar a la lírica occidental. Se reconoce la existencia de textos de transición, entre el estilo oral y el escrito. Alan Deyermond habla de la profunda influencia en estilo, técnica y contenido oral (visible no sólo en el Cantar de Mío Cid, sino también en Gil Vicente o en don Juan Manuel). Deyermond destacó la compleja interrelación de elementos cultos y juglarescos.
El problema de los orígenes de la épica castellana .
-Teoría latina: la épica castellana vendría de la épica latina a través de una épica latina vulgar (de la que sí hay huellas latinas en la época romance).
-Teoría francesa: para los defensores de esta teoría, la épica castellana procede de la francesa, ya que el centro de la vida literaria en la Edad Media estaba en Francia. Milá y Menéndez Pelayo afirman que se ha de diferenciar el influjo francés de un posible origen común. Pidal admite el influjo francés a comienzos del siglo XII, cuando ya la épica estaba formada, aunque en estado latente.
-Teoría germánica: la épica castellana sería herencia de los pueblos germánicos que cantaban en poemas épicos extensos sus gestas. Se basa en el testimonio de Tácito. Sin embargo, pasó mucho tiempo entre la dominación visigoda y las primeras obras épicas, por lo que parece difícil asumir esta teoría.
-Teoría arabista: carga la responsabilidad de la gestación en la influencia árabe, lo que se basa en que existió epopeya andalusí. Para Marcos Marín los visigodos se habían romanizado y la llegada de los árabes habría posibilitado el renacimiento de la épica (admite este autor triple influencia: árabe, latina y germánica).
Según Deyermond la génesis de la épica se sitúa en una edad heroica, que pudo ser :
-La conquista goda (si bien cruzan los Pirineos ya latinizados) .
-La primera reconquista (no hay base para afirmar esto) .
-La independencia de Castilla (aquí ya sí hay testimonios) .
-La vida del Cid .
-Características de la épica española :
Menéndez Pidal da rasgos que apoyan su tesis neotradicionalista y habla de la constante de la irregularidad y asonancia del verso, lo cual no es típico sólo de la épica castellana, sino común con la poesía anglo-normanda y norte-italiana, pero frente a la regularidad y el consonante francés. Habla de una enorme vitalidad y capacidad de renovación. Otra característica esencial para Pidal es el realismo (se ha dicho siempre que Pidal exagera este aspecto):
-Historicismo .
-Realismo de lo cotidiano .
-Realismo de las almas .
El Cantar De Mio Cid :
El Cantar de mio Cid es un cantar de gesta anónimo que relata hazañas heroicas inspiradas libremente en los últimos años de la vida del caballero castellano Rodrigo Díaz el Campeador. La versión conservada fue compuesta, según la mayoría de la crítica actual, alrededor del año 1200 , y se trata de la primera obra narrativa extensa de la literatura española en una lengua romance, y destaca por el alto valor literario de su estilo.
El Cantar de mio Cid es el único cantar épico de la literatura española conservado casi completo. Se han perdido la primera hoja del original y otras dos en el interior del códice, aunque el contenido de las lagunas existentes puede ser deducido de las prosificaciones cronísticas, en especial de la Crónica de veinte reyes. Además del Cantar de mio Cid, los cuatro textos de su género que han perdurado son: las Mocedades de Rodrigo —circa 1360—, con 1700 versos; el Cantar de Roncesvalles —circa. 1270—, un fragmento de unos 100 versos; y una corta inscripción de un templo románico, conocida como Epitafio épico del Cid —circa. 1400—.
El poema consta de 3735 versos de extensión variable (anisosilábicos), aunque predominan los de catorce a dieciséis sílabas métricas, y están divididos en dos hemistiquios separados por cesura. La longitud de cada hemistiquio es normalmente de tres a once sílabas, y se considera unidad mínima de la prosodia del Cantar. No hay división en estrofas, y los versos se agrupan en tiradas, es decir, series de versos con una misma rima asonante.
Se desconoce su título original, aunque probablemente se llamaría «gesta» o «cantar», términos con los que el autor describe la obra en los versos 1085 y 2276, respectivamente.
-Argumento y estructura :
-Estructura interna :
El Cantar de mio Cid trata el tema del complejo proceso de recuperación de la honra perdida por el héroe, cuya restauración supondrá una honra mayor a la de la situación de partida.
El poema se inicia con el destierro del Cid, primer motivo de deshonra, tras haber sido acusado de robo. Este deshonor supone también el ser desposeído de sus heredades o posesiones en Vivar y privado de la patria potestad de su familia.
Tras la conquista de Valencia, gracias al solo valor de su brazo, su astucia y prudencia, consigue el perdón real y con ello una nueva heredad, el Señorío de Valencia, que se une a su antiguo solar ya restituido. Para ratificar su nuevo estatus de señor de vasallos, se conciertan bodas con linajes del mayor prestigio cuales son los infantes de Carrión.
Pero paradójicamente, con ello se produce la nueva caída de la honra del Cid, debido al ultraje de los infantes a las hijas del Cid, que son vejadas, fustigadas, malheridas y abandonadas en el robledal de Corpes.
Este hecho supone según el derecho medieval el repudio de facto de estas por parte de los de Carrión. Por ello el Cid decide alegar la nulidad de estos matrimonios en un juicio presidido por el rey, donde además los infantes de Carrión queden infamados públicamente y apartados de los privilegios que antes ostentaban como miembros del séquito real. Por el contrario, las hijas del Cid conciertan matrimonios con reyes de España, llegando al máximo ascenso social posible.
Así, la estructura interna está determinada por unas curvas de obtención–pérdida–restauración–pérdida–restauración de la honra del héroe. En un primer momento, que el texto no refleja, el Cid es un buen caballero vasallo de su rey, honrado y con heredades en Vivar. El destierro con que se inicia el poema es la pérdida, y la primera restauración, el perdón real y las bodas de las hijas del Cid con grandes nobles. La segunda curva se iniciaría con la pérdida de la honra de sus hijas y terminaría con la reparación mediante el juicio y las bodas con reyes de España. Pero la curva segunda supera en amplitud y alcanza mayor altura que la primera.
Las hijas del Cid de Ignacio Pinazo, 1879. Doña Elvira y doña Sol aparecen atadas en el robledo de Corpes tras ser vejadas por sus esposos, los infantes de Carrión.
-Estructura externa :
-Los editores del texto, desde la edición de Menéndez Pidal de 1913, lo han dividido en tres cantares. Podría reflejar las tres sesiones en que el autor considera conveniente que el juglar recite la gesta. Parece confirmarlo así el texto al separar una parte de otra con las palabras: «aquís conpieça la gesta de mio Çid el de Bivar» (v. 1085), y otra más adelante cuando dice: «Las coplas deste cantar aquís van acabando» (v. 2776).
-Argumento :
-Primer cantar. Cantar del destierro :
El Cid ha sido desterrado de Castilla por el rey Alfonso Vl. Debe abandonar a su esposa e hijas, a quienes deja a la protección del abad del monasterio de San Pedro de Cardeña, e inicia una campaña militar acompañado de sus fieles en tierras no cristianas, enviando un presente al rey tras cada victoria para conseguir el perdón real.
-Segundo cantar. Cantar de las bodas :
El Cid se dirige a Valencia, en poder de los moros, y logra conquistar la ciudad. Envía a su amigo y mano derecha Álvar Fáñez a la corte de Castilla con nuevos regalos para el rey, pidiéndole que se le permita reunirse con su familia en Valencia. El rey accede a esta petición, e incluso le perdona y levanta el castigo que pesaba sobre el Campeador y sus hombres. La fortuna del Cid hace que los infantes de Carrión pidan en matrimonio a doña Elvira y doña Sol. El rey pide al Campeador que acceda al matrimonio y él lo hace aunque no confía en ellos. Las bodas se celebran solemnemente.
-Tercer cantar. Cantar de la afrenta de Corpes :
Los infantes de Carrión muestran pronto su cobardía, primero ante un león que se escapa y del que huyen despavoridos, después en la lucha contra los árabes. Sintiéndose humillados, los infantes deciden vengarse. Para ello emprenden un viaje hacia Carrión con sus esposas y, al llegar al robledo de Corpes, las azotan y las abandonan dejándolas desfallecidas. El Cid ha sido deshonrado y pide justicia al rey. El juicio culmina con el «riepto» o duelo en el que los representantes de la causa del Cid vencen a los infantes. Estos quedan deshonrados y se anulan sus bodas. El poema termina con el proyecto de boda entre las hijas del Cid y los infantes de Navarra y Aragón.
-Características y temas :
El Cantar de mio Cid se diferencia de la épica francesa en la ausencia de elementos sobrenaturales (salvo, quizá, la aparición en sueños del arcángel San Gabriel al protagonista, el episodio del león que se humilla ante el Campeador, el brillo de las espadas Colada y Tizona, y la extraordinaria calidad de Babieca), la mesura con la que se conduce su héroe y la relativa verosimilitud de sus hazañas. El Cid que ofrece el Cantar constituye un modelo de prudencia y equilibrio. Así, cuando de un prototipo de héroe épico se esperaría una inmediata venganza de sangre, en esta obra el héroe se toma su tiempo para reflexionar al recibir la mala noticia del maltrato de sus hijas («cuando ge lo dizen a mio Cid el Campeador, / una grand ora pensó e comidió», vv. 2827-8) y busca su reparación en un solemne proceso judicial; rechaza, además, actuar precipitadamente en las batallas cuando las circunstancias lo desaconsejan. Por otro lado, el Cid mantiene buenas y amistosas relaciones con muchos musulmanes, como su aliado y vasallo Abengalbón, que refleja el estatus de mudéjar (los «moros de paz» del Cantar) y la convivencia con la comunidad hispanoárabe, de origen andalusí, habitual en los valles del Jalón y Jiloca por donde transcurre buena parte del texto.
Además está muy presente la condición de ascenso social mediante las armas que se producía en las tierras fronterizas con los dominios musulmanes, lo cual supone un argumento decisivo de que no pudo componerse en 1140, pues en esa época no se daba ese «espíritu de frontera» y el consiguiente ascenso social de los caballeros infanzones de las tierras de extremadura.
El propio Cid, siendo solo un infanzón (esto es, un hidalgo de la categoría social menos elevada, comparada con condes, potestades y ricos hombres, rango al que pertenecen los infantes de Carrión) logra sobreponerse a su humilde condición social dentro de la nobleza, alcanzando por su esfuerzo prestigio y riquezas (honra) y finalmente un señorío hereditario (Valencia) y no en tenencia como vasallo real. Por tanto se puede decir que el verdadero tema es el ascenso de la honra del héroe, que al final es señor de vasallos y crea su propia Casa o linaje con solar en Valencia, comparable a los condes y ricos hombres.
Más aún, el enlace de sus hijas con príncipes del reino de Navarra y del reino de Aragón, indica que su dignidad es casi real, pues el señorío de Valencia surge como una novedad en el panorama del siglo XIII y podría equipararse a los reinos cristianos, aunque, eso sí, el Cid del poema nunca deja de reconocerse él mismo como vasallo del monarca castellano, si bien latía el título de Emperador, tanto para los dos Alfonsos implicados como para lo que fue su origen en los reyes leoneses, investidos de la dignidad imperial.
De cualquier modo, el linaje del Cid emparenta con el de los reyes cristianos y, como dice el poema: «Oy los reyes d'España sos parientes son, / a todos alcança ondra por el que en buen ora nació.» («Hoy los reyes de España sus parientes son, / a todos les alcanza honra por el que en buena hora nació.»), de modo que no sólo su casa emparenta con reyes, sino que estos se ven más honrados y gozan de mayor prestigio por ser descendientes del Cid.
Respecto de otros cantares de gesta, en particular franceses, el Cantar presenta al héroe con rasgos humanos. Así, el Cid es descabalgado o falla algunos golpes, sin que por ello pierda su talla heroica. De hecho, se trata de una estrategia narrativa, que al hacer más dudosa la victoria, realza más sus éxitos.
La verosimilitud se hace patente en la importancia que el poema da a la supervivencia de una mesnada desterrada. Como señala Álvar Fáñez en el verso 673 «si con moros no lidiamos, nadie nos dará el pan». Los combatientes del Cid luchan para ganarse la subsistencia, por lo que el Cantar detalla por extenso las descripciones del botín y el reparto del mismo, que se hace conforme a las leyes de extremadura (de zonas fronterizas entre cristianos y musulmanes) de fines del siglo XII.
-Métrica :
Cada verso está dividido en dos hemistiquios por una cesura. Esta forma, también típica de la épica francesa, refleja un recurso útil a la recitación o canto del poema. Sin embargo, mientras en los poemas franceses cada verso tiene una métrica regular de diez sílabas divididas en dos hemistiquios por una fuerte cesura, en el Cantar de mio Cid tanto el número de sílabas en cada verso como el de sílabas en cada hemistiquio varía considerablemente. A este rasgo se le denomina anisosilabismo.
Aún cuando, salvo excepciones que se suelen atribuir a anomalías en la transmisión textual, se encuentran versos de entre nueve y veinte sílabas y hemistiquios de entre tres y once, la mayoría de los versos oscila entre 14 y 16 sílabas .
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